
«El concepto de mi cocina es hacer de lo simple algo muy sabroso y crear conciencia sobre la importancia de la huerta y de lo que se planta en ella», dice Alejandro Feraud, chef del restautante Alo’s, donde fue anfitrión de una noche exclusiva servida en individuales de cuero para clientes del programa Mundo Epicúreo de HSBC.
Feraud heredó su pasión por la cocina de su abuelo francés, pero fue a los 16 que empezó a estudiar la carrera de chef. Su formación siguió en el Ritz de París y en Bras de Leguiole. España, Sudáfrica, Nueva Zelanda y Brasil fueron otros destinos en los que se enriqueció antes de inaugurar Alo’s, su restaurante soñado.
Ubicado en San Isidro, Alo’s es una típica casona de los años 60 de La Horqueta, que fue restaurada para convertirse en restaurante con detalles modernos. La experiencia empieza desde la entrada servida en manteles individuales, con canteros donde crecen verduras y finas hierbas y donde se destaca un mural de Bernardo Ezcurra.
«Ni bien inauguramos, él empezó a venir y le gustó tanto que decidió hacernos este regalo. El mural fusiona la huerta, los filos de los cuchillos y los manteles de cuero para mesa y tiene toques amarillos que representan los vapores de la cocina», explica Feraud y agrega: «los cuadros que tenemos también son de Ezcurra, uno de los prestigiosos restauradores que trabajó en la obra del teatro Colón».
Dentro del restaurante, la cocina a la vista se lleva gran parte del protagonismo. Allí se ve la preparación que los comensales degustarán esa noche: crudo de atún, con un consomé de espárragos ahumados. Como segundo paso habas frescas, menta negra, burrata y remolacha frita. Luego un cordero con gnocchis de perejil, y de postre frutos rojos con merengue ácido y crema de vainilla. Todo ello maridado con los mejores vinos de bodega Catena Zapata.
La pastelería, a cargo de Yamila Di Renzo, es otra de las grandes atracciones que tiene Alo’s. Esa noche, para acompañar el café, preparó bombones de chocolate y rosas que deslumbraron a los comensales. Otro imperdible de Di Renzo es la torta húmeda de chocolate, famosa entre los habitués del restaurante.
En el fondo de Alo’s se extiende la huerta orgánica, cuidada por Federico del Gorro, que sella la identidad del restaurante. «La huerta abastece la parte aromática de nuestra cocina. La idea es transmitir conciencia de qué hay que plantar, cosechar y estar en contacto con la naturaleza», dice Feraud.
Una vez por mes el restaurante organiza un menú de huerta con clases de cocina para unos 20 comensales que aprenden sobre la calidad de los productos y luego disfrutan del resultado en una mesa comunitaria.
La experiencia de comer en Alo’s se supera a sí misma en primavera. «Esta estación es interesante porque nos despedimos de lo que ya cosechamos y empezamos a plantar lo que vamos a cosechar a principios del verano. Es un principio de transición que se conecta con lo que viene» dice Feraud.
Por el momento es tiempo de disfrutar de los productos de estación: habas, arvejas, espárragos y endivias, entre otras, que se conjugan en este exquisito restaurante de San Isidro.