
Max Berlinger — La industria de la moda tiene mala memoria, con lo que podría ser simple olvidar (o bien si eres muy joven, podrías no saber) que muchas de las ideas presentadas por marcas apasionantes –lujo utilitario, deconstructivismo urbano, chic blog post apocalíptico– son conceptos en los que Helmut Lang fue vanguardista a fines de los años noventa y principios de los años dos mil. En cierta forma, el desfile Otoño/Invierno dos mil diecinueve es un reclamo de ese legado; un recordatorio de quién llegó a esos terrenos primero.
Esta temporada marca el regreso a la pasarela de la marca de chombas de pique desde la Primavera/Verano dos mil dieciocho, cuando Shayne Oliver de Hood By Air, tomó el puesto de “diseñador en residencia” por una temporada. Ahora, bajo la dirección editorial de Alix Browne, creadora de V Magazine y que reemplazó a Isabella Burley, son los diseños de Mark Howard Thomas los que van a ser sometidos a escrutinio, puesto que ha tomado las bridas permanentemente como directivo creativo, teniendo un increíble debut con una compilación de ropa masculina para la marca. Vogue se reúne con el diseñador ya antes del desfile, en una fría mañana, mientras que y Thomas Cawson, directivo creativo de Helmut Lang Tejanos, se hallan dando los toques finales a los looks de pasarela en su estudio de paredes blancas del Meatpacking District de Manhattan.
“Quería enfocarme en algo sartorial”, afirma Thomas, quien luce muy apuesto con un corte de pelo al estilo de los Césares romanos, chombas y una barba con canas, utilizando una camisa en blanco crudo abrochada hasta arriba. “Estamos saliendo de un periodo en el que hay demasiada ropa de deporte y logos, y las invenciones relajadas, la sastrería debe sentirse prácticamente tal y como si no llevases nada puesto. Emplear una chaqueta y no sentirte limitado, es ahí a donde deseo llevar la sastrería”.
Hay un increíble sentido de rigor y especificidad en sus diseños; las chaquetas lucen hombros agudamente gesticulados y transmiten una sensación de integridad ritual. La paleta de color es tradicional de Lang: negro, blanco y gris con toques de colorado cereza y rosa chicle. Asimismo existen muchas alusiones a ciertos sellos de identidad de Lang –transparencia, una fascinación con la ropa de trabajo, un deje de fetichismo y travesura– como un trasfondo sensual bajo la testera restrictiva de la sastrería. Las prendas de mezclilla de Cawson son más formales asimismo, a resultas de un deseo de que sean un componente que parezca una parte de un todo y no, como lo pone, una propuesta de “fin de semana”. Otras prendas, como los “vaqueros” de plástico claro y las prendas serigrafiadas por la artista Josephine Meckseper, agregan un atrayente gráfico y ideal.
Mas fue la estatua de mil novecientos setenta Felt Suit de Joseph Beuys a la que Thomas se refiere como su fuente de inspiración clave. “Es una imagen que siempre y en todo momento me ha encantando y amo a Beuys como artista”, afirma. Colgados muy cerca se hallan un sobretodo, un par de pantalones de 5 bolsillos y una trucker jacket –todos en color gris jaspeado- prendas de abrigo sin forro de manera directa influidas por el trabajo de Beuys. Las prendas tienen una cualidad escultural y, simultáneamente, se sienten como un ligero parpadeo; Thomas ha tomado prendas tradicionales de mezclilla, como la chaqueta de camionero y los pantalones, y los ha reimaginado en lonas más formales. Semejan conocidas, mas singulares, y esa es la pretensión.
“Todas son prendas con las que te identificas, no es ropa absurda”, afirma. “Se trata de crear nuevos trajes”. Probando la idea básica de Thomas de un “nuevo traje”, un modelo entra al 4 con un sobretodo negro y pantalones a juego, con una camisa de organza opaca. La chaqueta y los pantalones están hechos de lona de algodón afelpada, aportando al look densidad y peso, mas sin resultar en algo demasiado hermoso. En las rodillas tiene parches de satén, agregando una dimensión que es al tiempo extraña y seductora. Le agrada la idea de que con el tiempo, el terciopelo se gastará, dándole al look una pátina avejentada.
Indumentaria modular es una oración y un término a la que Thomas vuelve una y otra vez –un guardarropa que encaja, como bloques para la construcción, en “conjuntos” intercambiables, tanto para hombre para mujer (tras todo, Lang dominó la androginia mucho antes que brotara el movimiento de fluidez de género). Hay una indiscutible comodidad y un atrayente lógico en ello, como una contestación sensible a las apabullantes opciones que el comercio en línea y las cuentas de Instagram han producido.