
El San Lorenzo de Almagro, uno de los 5 clubes más populares de Argentina, el del papa Francisco, había nacido por idea de un sacerdote en mil novecientos ocho en el distrito porteño de Almagro. 8 años después construyó su estadio, el llamado Gasómetro, en un rincón que después pasaría a formar un nuevo distrito identificado con una escuela de tango y la vanguardia artística popular, el de Boedo. Mas en mil novecientos setenta y nueve el club atravesaba una crisis económica y entregó el terreno a la última dictadura militar de Argentina (mil novecientos setenta y seis-mil novecientos ochenta y tres) en un controvertido negociado.
En mil novecientos noventa y tres, el San Lorenzo edificó otro campo, el Nuevo Gasómetro, en el Bajo Flores, en frente de la Villa 1-once-catorce, un distrito de chabolas que este año despertó la preocupación del Papa por el avance del narcotráfico. Mas la semana pasada, después treinta y seis años de destierro y veintidos de la inaguración del presente estadio, los llenes cuervos -de esta manera los llaman por el tono de la sotana del sacerdote creador- consiguieron unir los once millones de dólares estadounidenses precisos para recomprar el solar de Boedo en los que está instalado el súper francés Carrefour.
Los llenes del San Lorenzo celebraron el logro en las calles tal y como si hubieran logrado regresar a la tierra prometida. En un caso así, guiados por el presidente del club, Matías Lammens, y su vicepresidente, Marcelo Tinelli, el comunicador más renombrado de la T.V. local y aspirante a dirigir la Asociación del Futbol Argentino (AFA).
Mas para el máximo goleador de la historia del Santurrón, José Sanfilippo, se trata más bien de un berretín, como le llaman en el Río de la Plata y sus clases de tango a los caprichos, deseos vehementes o bien ilusiones. “¿Qué es más importante: tenés 2 estadios o bien un enorme equipo para no pasar un papel como frente al Real de la capital de España?”, se refirió Sanfilippo, de ochenta años, a la final del Mundial de Clubes en el que el merengue batió el año pasado al cuervo. “Los llenes, con tal de tener su estadio, son capaces de hacer cosas que no corresponden”, agregó el exatacante.
El San Lorenzo edificará de acá a dos mil diecinueve su nuevo campo. No está claro el destino del presente, remodelado en dos mil siete. Este club doce veces vencedor argentino y una vez de Sudamérica había continuado errante a lo largo de catorce años entre la pérdida de su estadio en Boedo y los cincuenta y dos meses que retardó en edificar el del Bajo Flores. Fueron tiempos en que jugó en campos como los del Ferro Carril Oeste, River Plate, Vélez Sarsfield, Atlanta y Huracán, su enemigo. Los llenes del cuervo eran objeto de gracietas en un país en el que prima la obsesión por que cada club tenga su estadio. No por nada Buenos Aires es la urbe con más campos de futbol del planeta. Mas la cancha del Bajo Flores no conformó a los asociados, entre otros muchos motivos, por los hurtos que padecían de camino allá. Ahora son los vecinos de Boedo, un distrito de clase media, los que temen perder la calma dominical, sobre todo por las barras bravas.
Los líderes del San Lorenzo, no obstante, están decididos. Planean invertir setenta y cinco millones de dólares estadounidenses para edificar el tercer Gasómetro, veintidos años tras emplear quince millones (veinticuatro millones a la cotización actual) en el segundo.